sábado, 9 de mayo de 2015

Una de mis tantas historias.

Paola y yo para ese momento llevábamos casi 8 años de casados. No voy a negar que durante los primeros años de novios, el tema iba muy bien, me sentía atraído y reconfortado. Tampoco voy a negar que aquello de serle infiel durante los años de novios no había sido una práctica habitual. Sólo le había sido infiel dos veces y una con mi ex enamorada. Nunca se enteró, y de hecho hasta asumí que le había dado un beneficio a nuestra relación, porque la asumía a ella como ganadora, asumiendo yo era el mejor premio.
Ya casados, le había sido infiel tanto dentro como fuera del país. Por mi trabajo, viajo mucho y ello me permitía conocer mujeres en todos lados, incluso a veces con cierta antelación buscaba vía internet chicas con las que podía quedar en encontrarme en la ciudad a la que iba. La intención era llegar directamente al asunto, no darle muchas vueltas, y simplemente tener sexo.
No voy a negar que siempre era un tema de sostener las reglas, sería un polvo y nada más, quizás si volvía le buscaría de nuevo, o quizás si estaba encabronada conmigo, pues ni modo a buscar otra.
Siempre asumí que aquello de tener un gusto notorio por las mujeres era algo normal, mientras más mujeres tuviera más macho me sentía. Mientras más sexo tenía, también.
No puedo negar, que siempre volvía a casa, que incluso mantenía relaciones sexuales con Paola, el mismo día luego de haber copulado con otra mujer. El tema está en que teniendo sexo con una o con otra, o con Paola, no me sentía satisfecho, y sin dudarlo, optaba por irme a la sala con la portátil y buscar sitios de cámaras online de chicas que se desnudaban, eso sí me satisfacía, me masturbaba con la que quería, terminaba y apagaba todo. El problema es que ello me dejaba satisfecho por un rato, podría regresar al tema más tarde, así estuviera en horas de trabajo, no importaba.
Hoy me doy cuenta que eso era necesariamente egoísmo puro mío, que no me daba cuenta que estaba enfermo, pero no de la mente, sino del alma. A veces le dicen a los adictos que son enfermos mentales, y que deben ir a tratarse con un psiquiatra o un psicólogo. El primero te dará tantos medicamentos que no podrás articular bien dos palabras, el segundo te sacará todo el dinero del mundo por "decir" que te escucha mientras wazzapea.
El ser un sexólico y aceptarme no ha sido fácil, tengo varias historias que contar, antes me enorgullecía de ellas, de hecho tenía un blog muy conocido y comentado. Tengo tantas historias con tantas mujeres que he conocido que me volví una especie de escritor adicto. Hoy me veo allí como un fracasado, muchas mujeres con las que estuve, me querían y yo sólo me satisfacía con ellas, descargaba lo mío, y buscaba me dieran más, pero no más sentimientos, sino más lujuria. Hice mucho daño siendo así, y hoy me arrepiento de ello, sé muchas de ellas no quieren volver a saber de mí y lo entiendo, a las demás con las que he podido conversar intento hacerles bien, como amigo, como Ex.
Paola siempre ha creído que simplemente he sido un infiel y mujeriego, que por nuestra religión -somos católicos de los que van a misa los domingos- simplemente me tiene que perdonar 70 veces 7, no quiere asumir mi adicción, yo sí. Yo soy un adicto, un sexólico, y quiero ser mejor, pues ella es quien representa lo bueno que puedo ser.

viernes, 8 de mayo de 2015

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Sexólicos Anónimos Perú

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Datos de Contacto:
Sexólicos Anónimos es una fraternidad de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros a recuperarse. El único requisito para ser miembro es el deseo de liberarse de la lujuria y de alcanzar la sobriedad sexual.
Valoramos la confidencialidad, la comunicación es sólo entre tú y yo.

QUIENES SOMOS

Quienes Somos

Una solución para la adicción al sexo y a la lujuria
Si crees que puedes ser adicto a la lujuria o al sexo, quizá te interese saber algo acerca de Sexólicos Anónimos.
Aunque la idea de que el sexo pueda ser adictivo resulte nueva para muchos, hoy sabemos, cada vez con más certeza, que el sexo es uno de los muchos instrumentos que la gente usa para aliviar el aislamiento, la apatía y la tensión; para solucionar los conflictos, conseguir poder y encontrar una vía de escape; o para adquirir una seguridad emocional o espiritual falsa.
Muchos de nosotros nos dimos cuenta de que independientemente de cómo, por qué o cuándo comenzó, llegó un momento en el que actuábamos contra nuestra voluntad. Sólo al intentar parar, pudimos percatarnos de que éramos adictos a la lujuria, al sexo o a las relaciones de pareja. Éramossex-alcohólicos.
Sexólicos Anónimos la fundaron personas a las que el programa de los doce pasos procedente de Alcohólicos Anónimos les sirvió de instrumento de recuperación, cuando todo lo demás les había fallado. A medida que su sobriedad se prolongaba y se consolidaba, descubrían que estos principios representaban un estilo de vida que había transformado su existencia, comenzando por un cambio interno de actitudes, y terminando en la conducta exterior.
A los miembros, que procedemos de todas las capas y ambientes sociales, nos une nuestro problema común; y nos une a pesar de que la mayoría de nosotros creíamos que el nuestro era diferente, el más doloroso, y que nadie podría ni identificarse con nosotros ni comprendernos. Al reunirnos regularmente, al hablar con otros sexólicos y ayudarles, podemos, con la ayuda de Dios, interrumpir nuestras actividades lujuriosas y liberarnos de las obsesiones.
Si crees que tu situación corresponde a lo que aquí hemos descrito, te ofrecemos nuestra ayuda y nos ponemos a tu disposición.
Aseguramos a todos los que acudan a SA que respetaremos su anonimato.

RECIEN LLEGADOS

Empezando la recuperación

¡Bienvenido a Sexólicos Anónimos! 
Nos alegramos de conocerte.
¡Bienvenido a SA! Nos alegramos de conocerte. Si te ves reflejado en nuestras experiencias y crees que también tienes nuestro mismo problema, nos gustaría ofrecerte nuestra solución.
Los recién llegados a nuestro programa suelen venir llenos de preguntas. Este es un intento de contestar a algunas de ellas.
¿Qué es SA?
Somos una fraternidad de hombres y mujeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros a recuperarse. Nuestro objetivo primordial es mantenernos sexualmente sobrios y ayudar a otros sexólicos a alcanzar la sobriedad sexual.
(Impreso y adaptado con permiso de Alcoholics Anomymous Grapevine, Inc)
¿Cómo puedo estar sano si no dispongo de una válvula de escape sexual?
Nuestra experiencia colectiva nos enseña que la sobriedad sexual nos libera de la necesidad compulsiva de tener relaciones sexuales. Tratamos de colocar el instinto por la intimidad sexual en el lugar que le corresponde, esto es, para la reproducción y para establecer vínculos sanos con nuestro cónyuge. Cuando renunciamos a la lujuria y a los estímulos sexuales, desaparece la necesidad obsesiva de sexo.
¿Es SA una terapia de grupo?
SA no es ni una terapia de sexo ni una terapia de grupo. Son los miembros los que dirigen la reunión recurriendo a los modelos de reuniones de que disponemos. No hay profesionales a cargo de las reuniones de SA.
SA es un programa de recuperación de la lujuria y la adicción al sexo basado en los principios de Alcohólicos Anónimos.
Sean cuales sean los problemas con los que llegamos a SA, disponemos de una solución común—la práctica con otros sexólicos de los doce pasos y las doce tradiciones de la recuperación cuyo fundamento es la sobriedad sexual—.
¿Qué tengo que hacer para ser miembro?
Cualquier persona que piense que tiene un problema con la lujuria puede asistir a las reuniones cerradas de SA y puede considerarse miembro si manifiesta que desea liberarse de la lujuria y alcanzar la sobriedad sexual.
¿Cuánto tengo que pagar para ser miembro?
Las reuniones de SA son gratuitas. Para ser miembro de SA no se pagan honorarios ni cuotas. Pasamos una bolsa en las reuniones para pagar el alquiler del local, las publicaciones, el café, etc. Como afirma nuestra séptima tradición: “Nos mantenemos con nuestras propias aportaciones.”
De acuerdo, cometo excesos en mis conductas sexuales, ¿no me bastaría con ser un poco más comedido?
SA es para las personas que han perdido el control en esta parte de sus vidas. Venimos a SA porque no podemos parar, independientemente de cuáles sean nuestras prácticas sexuales adictivas específicas. Hemos perdido la capacidad de parar.
¿Cómo puedo saber si soy adicto?
Has de llegar a esta conclusión por ti mismo. Reconocer que somos impotentes es lo que se llama “trabajar el primer paso”. Como afirma nuestro primer paso “Admitimos que éramos impotentes sobre la lujuria—que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables—”.
Lleva tiempo—y mucho sufrimiento—admitir que la lujuria nos ha derrotado. Más tarde o más temprano decimos: “Me rindo”, “necesito ayuda”, “solo no puedo”, o algo semejante. Cada una de estas frases es una admisión de impotencia.
Es por eso por lo que no funciona cuando tratamos de alcanzar la sobriedad por otra persona como un familiar o nuestro jefe. Tenemos que admitirnos a nosotros mismos nuestra derrota y buscar ayuda porque eso es lo que necesitamos.
Examínate a ti mismo
¿Se te ha ocurrido alguna vez pensar que necesitas ayuda para modificar tu comportamiento o pensamientos sexuales o te lo han sugerido otras personas?
¿Has tratado alguna vez de parar o limitar tus conductas y pensamientos sexuales sin conseguirlo?
¿Perjudican tus pensamientos y conductas sexuales a las relaciones con tu cónyuge o dificultan que te hagas cargo de tus responsabilidades con los demás?
A pesar de las consecuencias negativas de tus conductas sexuales—humillaciones, mentiras, enfermedades, pérdida de trabajo, arrestos, divorcios o actos inmorales—continúas practicando dichas conductas?
¿Te han dicho alguna vez que eres adicto al sexo o te han llegado a arrestar por algún delito relacionado con el mismo?
Sé que solo no puedo. Lo he intentado anteriormente sin resultado alguno. ¿Quieres decir que es posible?
Sí, la sobriedad sexual es posible. Hay miembros sobrios de SA en todo el mundo, tanto casados como solteros. Juntos podemos alcanzar la sobriedad y vivir sobrios en SA si trabajamos el programa día a día.
¿Qué tengo que hacer para alcanzar la sobriedad?
No existen absolutos en el programa de SA, pero te podemos decir qué es lo que hacemos para alcanzar la sobriedad. Acudimos a las reuniones; trabajamos los pasos; leemos las publicaciones (de SA y de AA); tenemos padrinos o madrinas a quienes telefoneamos con regularidad. Muchos de nosotros hemos llegado a confiar en un Poder Superior que nos mantiene sobrios.
De acuerdo, estoy dispuesto a intentarlo. ¿Qué hago a continuación?
·
 Ponte en contacto con SA. Consulta la guía telefónica por si hubiera un número de teléfono de SA o ponte en contacto con la Oficina Central Internacional de SA.
· Asiste a reuniones, a muchísimas reuniones.
· Habla con otros sexólicos sobrios y pregúntales cómo alcanzaron la sobriedad.
· Utiliza las publicaciones del programa: los folletos, Sexólicos AnónimosLa Recuperación Continúa,Alcohólicos Anónimos y Los doce pasos y las doce tradiciones. Lee el boletín de la fraternidad Essay.
· Busca un padrino o madrina—alguien cuya recuperación te resulte atractiva—. Llámale con regularidad—a diario si es posible—y pregúntale qué te sugiere que hagas.
· TRABAJA LOS PASOS. Tu padrino o madrina te mostrarán cómo.
· Recurre a la oración. Por la mañana pídele a tu Poder Superior que te mantenga sobrio “durante estas veinticuatro horas”. Por la noche da las gracias por el día de sobriedad. Ora cada vez que tengas una tentación.
· Recuerda los lemas:
Primero, lo primero.
Tómatelo con calma.
Sólo hoy.
Suelta las riendas y deja actuar a Dios.
No lo compliques, que es sencillo.
Recuerda que todos fuimos nuevos en algún momento, y que nos sentimos entonces exactamente como te sientes tú hoy. No tengas reparos en pedirnos ayuda.

EL PROBLEMA

El Problema

Muchos de nosotros nos considerábamos inferiores, despreciables y nos sentíamos asustados y solos. Lo que veíamos en nuestro interior nunca igualaba lo que veíamos en el exterior de los demás.
Desde un principio, nos sentimos desconectados: de nuestros padres, de nuestros semejantes y de nosotros mismos. Nos aislábamos del mundo mediante la fantasía y la masturbación.  Tratábamos de establecer alguna conexión sumergiéndonos en fotos e imágenes y persiguiendo a los objetos de nuestras fantasías. Perseguíamos con lujuria, y deseábamos que se nos persiguiese con lujuria también.
Nos convertimos en verdaderos adictos: relaciones sexuales con nosotros mismos, promiscuidad, adulterio, relaciones de dependencia y fantasía en aumento. Conseguíamos el sexo con la mirada; lo comprábamos, lo vendíamos, lo intercambiábamos, lo regalábamos. Éramos adictos al coqueteo, a la provocación y a lo prohibido. La única manera que conocíamos de liberarnos de la tiranía del sexo consistía en hundirnos aún más en él. “Por favor, relaciónate conmigo y lléname”, implorábamos de rodillas. A la vez que buscábamos con lujuria tratando de lograr el estado de trance definitivo, cedíamos nuestra propia voluntad a los demás.
Esto nos producía sentimientos de culpabilidad, odio a nosotros mismos, remordimientos, vacío interior y dolor. Nos encerrábamos cada vez más dentro de nosotros mismos, alejados de la realidad, del amor, y perdidos en nuestro interior.
Nuestra conducta imposibilitaba la verdadera intimidad. Desconocíamos lo que era la unión real con alguien, porque nos interesaba sólo lo ilusorio. Nos atraía el “hechizo” de lo físico-sexual, el contacto que producía efectos mágicos; precisamente porque así evitábamos la intimidad y la unión verdadera. La fantasía corrompía lo real, la lujuria mataba al amor.
Primero adictos, después incapaces de dar amor, recibíamos de los demás para llenar el vacío que existía en nuestro interior. Nos engañábamos una y otra vez al pensar que la siguiente persona sería la que nos salvara, y mientras tanto, íbamos desperdiciando nuestras vidas.
¿Qué es la Lujuria?
Un Punto de Vista Personal
Es difícil de explicar, pero he aquí lo que la lujuria representa en mi vida. Es un tirano que quiere controlar el sexo en su propio provecho, a su manera y en el momento que le apetece. Es un ruido mental-espiritual que tergiversa o pervierte el sexo, de la misma manera que una interferencia ronca de radio estropea la audición de una melodía agradable.
La lujuria no es el sexo y no es física. Es una pantalla de fantasía autocondescendiente que me separa de la realidad, o de la realidad de mi persona en el acto sexual conmigo mismo, o de la realidad de mi cónyuge. Funciona de la misma forma ya se trate de la novia, de una prostituta o de mi esposa. De esta manera niega la identidad personal, la mía o la de la otra persona, y va contra la realidad, contra mi propia realidad, va contra mí.
Me resulta imposible disfrutar de una unión auténtica con mi esposa en la medida en que la lujuria esté viva, porque ella como persona no cuenta; es incluso un estorbo; es un mero objeto sexual. La verdadera unidad conmigo mismo es imposible si yo me divido en dos para tener un acto sexual conmigo mismo. El compañero fantástico que he creado en mi mente en realidad ¡es parte de mí! Con la lujuria el acto sexual no resulta de la unión personal; el sexo no fluye de la unión. El sexo activado por la lujuria hace imposible la unión verdadera.
La naturaleza de la interferencia ruido-lujuria que yo sobrepongo al sexo puede consistir en diferentes cosas: recuerdos, fantasías que van desde lo erótico hasta aquellas que rebosan venganza o incluso violencia. O puede tratarse de la imagen mental de un fetiche o de otra persona. A la luz de todo esto, la lujuria puede existir al margen del sexo. De hecho, hay personas que afirman que están obsesionadas con el sexo y que no pueden mantener relaciones sexuales. Considero la lujuria una fuerza que invade y pervierte también otros instintos: la comida, la bebida, el trabajo, la ira… Reconozco que tengo una tendencia casi lujuriosa al resentimiento, y que es tan fuerte como la lujuria lo ha sido en sus mejores momentos.
En mi caso, la lujuria no es física; incluso no es un deseo sexual más potente. Es una fuerza espiritual que pervierte mis instintos; y cuando me abandono en un área, trata de infectar también a las demás. Como la lujuria tiene carácter asexual, atraviesa todas las barreras, incluso las de género. Cuando las aviva la lujuria, mis fantasías o actividades pueden dispararse en cualquier dirección, modeladas por lo que experimento. Por ello, cuanto más me entrego a la lujuria, menos sexual me vuelvo.
Por tanto, mi problema básico como adicto al sexo en vías de recuperación es el de vivir libre de la lujuria. Cuando la tolero en cualquiera de sus formas, más tarde o más temprano trata de manifestarse en las demás. De esta forma, la lujuria llega a ser el exponente, no sólo de lo que hago, sino de lo que soy.
Pero hay motivos sobrados de esperanza. Al renunciar a la lujuria y a sus manifestaciones cada vez que me tienta, y al experimentar la liberación dadora de vida de origen divino, se producen la recuperación y la curación y se me restaura la integridad- primero la verdadera unidad dentro de mi mismo y después la unión con los otros y con la Fuente de mi vida.
La Lujuria es…
No saber decir que no
Encontrarse constantemente en situaciones peligrosas
Volver la cabeza sediento de sexo a cada paso
Sentirse atraído exclusivamente por la belleza
Las fantasías eróticas
El uso de objetos eróticos
La adicción a la pareja como si de una droga se tratara
Perder la identidad por fundirse con la pareja
La obsesión con lo romántico- la búsqueda del “efecto mágico”
El deseo de excitar a la otra persona
Otra Perspectiva Personal
La lujuria mata
La lujuria es la cosa más importante de mi vida, es más importante que yo.
Esclavo de la lujuria, me es imposible ser yo mismo.
La lujuria me esclaviza, mata la libertad, me mata a mí.
La lujuria siempre quiere más, la lujuria produce más lujuria.
La lujuria es celosa, quiere poseerme.
La lujuria hace que me obsesione conmigo mismo, hace que me encierre dentro de mí.
La lujuria hace que el sexo sea imposible sin ella
La lujuria destruye la capacidad de amar, mata al amor.
La lujuria elimina la capacidad de recibir amor; me mata a mí.
La lujuria genera sentimientos de culpa y la culpa hay que expiarla.
La lujuria hace que parte de mí desee la muerte, porque no puedo soportar lo que me hago a mí mismo y carezco de fuerzas para evitarlo.
Cada vez con más frecuencia, dirijo esa culpa y autoodio hacia mi interior y hacia los demás.
La lujuria me destruye a mí y a los que me rodean.
La lujuria mata al espíritu; mi espíritu soy yo, ¡la lujuria me mata!
© 1982, 1989, 2001 SA Literature
Reprinted with permission of SA Literature.

LA SOLUCION

La Solución

Nos dimos cuenta que nuestro problema tenía tres dimensiones: la física, la emocional y la espiritual y que, por tanto, la curación tendría que producirse en las tres.
El cambio de actitud decisivo comenzó cuando admitimos que éramos incapaces de curarnos, que nuestra adicción era más poderosa que nosotros y nos había vencido. Asistimos a las reuniones e interrumpimos nuestras conductas. Para algunos ésto significaba no practicar ninguna actividad sexual, en solitario o acompañados, además de abstenernos de relaciones de pareja. Para otros significaba un periodo de abstinencia sexual con su cónyuge para poder recuperarse de la lujuria.
Descubrimos que éramos capaces de parar, que no satisfacer el hambre no nos mataba, ¡y que en realidad el sexo era opcional!. ¡La esperanza de libertad nació y comenzamos a sentirnos libres!. Con más ánimo para proseguir, renunciamos a nuestra obsesión con el sexo y con nosotros mismos, que nos empujaba al aislamiento, y nos volvimos hacia Dios y hacia los demás.
Todo esto nos aterrorizaba. No podíamos ver lo que había más adelante, salvo que otros habían seguido anteriormente ese mismo camino. Cada nuevo acto de rendición se asemejaba a un salto al abismo, pero lo dábamos. Y en vez de matarnos, ¡la capitulación mataba la obsesión!. Habíamos dado un paso hacia la luz, hacia un modo de vida completamente nuevo.
La fraternidad nos ayudaba a no sentirnos abrumados y a mantenernos alerta; era un refugio en el que al fin podíamos enfrentarnos a nosotros mismos. En vez de cubrir nuestras emociones con sexo compulsivo, comenzamos a exponer las raíces de nuestra hambre y de nuestro vacío espiritual. Y comenzó la curación.
Al enfrentarnos a nuestros defectos, sentíamos deseos de cambiar; el ponerlos en manos de Dios hizo que perdieran el poder que sobre nosotros tenían. Por primera vez comenzamos a sentirnos más cómodos con nosotros mismos y con los demás sin necesidad de recurrir a nuestra “droga”.
Tratamos de enmendar nuestros errores perdonando a cuantos nos habían ofendido y tratando de no ofender a los demás. Con cada enmienda, el peso de la culpa que nos atormentaba iba disminuyendo, hasta que pudimos erguir la cabeza, mirar al mundo a los ojos y respirar libres.
Comenzamos a vivir una sobriedad positiva, realizando actos de amor para mejorar nuestras relaciones con los demás. Estábamos aprendiendo a dar, y en la medida en la que dábamos, recibíamos. Conseguíamos lo que ninguno de esos sustitutos jamás fue capaz de proporcionarnos. Estábamos estableciendo la Conexión verdadera. Habíamos llegado.
© 1982, 1989, 2001 SA Literature.
Reprinted with permission of SA Literature.

EXAMINATE

Examinate

1.-¿Se te ha ocurrido alguna vez que necesitas ayuda para modificar tu comportamiento o pensamientos sexuales?
2.-¿Qué te iría mucho mejor si no te “dejaras llevar” por los impulsos sexuales?
3.-¿Qué el sexo o los estímulos exteriores te controlan?
4.-¿Has tratado alguna vez de parar o limitar aquello que consideras perjudicial en tu conducta sexual?
5.-¿Utilizas el sexo para huir de la realidad, aliviar la ansiedad o porque no sabes resolver los problemas que la vida te plantea?
6.-¿Tienes sentimientos de culpa, remordimientos o depresiones después?
7.-¿Se ha vuelto más compulsiva tu búsqueda de sexo?
8.-¿Perjudica a las relaciones con tu cónyuge?
9.-¿Te ves obligado a recurrir a imágenes o a recuerdos durante el acto sexual?
10.-¿Se apodera de ti un impulso irresistible cuando la otra parte toma la iniciativa o te propone relaciones sexuales?
11.-¿Estás siempre saltando de pareja en pareja o de amante en amante?
12.-¿Crees que “el amor verdadero” te ayudaría a liberarte de la lujuria, a abandonar la masturbación o a dejar de ser tan promiscuo?
13.-¿Tienes una necesidad destructiva, una necesidad sexual y emocional desesperada de alguien?
14.-La búsqueda de sexo, ¿hace que no prestes atención a tus necesidades o al bienestar de tu familia y de los demás?
15.-¿Se ha reducido tu rendimiento y tu capacidad de concentración en la medida en que el sexo se ha vuelto más compulsivo?
16.-¿Te roba tiempo que debieras dedicar al trabajo?
17.-¿Cuando buscas sexo acudes a un medio social más bajo?
18.-¿Te entran ganas de alejarte lo más rápidamente posible de la otra persona una vez finalizado el acto sexual?
19.-¿Te masturbas y tienes relaciones sexuales con otras personas, a pesar de que tu cónyuge es sexualmente satisfactorio?
20.-¿Te han arrestado alguna vez por algún delito relacionado con el sexo?
SA Literature © 1982, 1984, 1989, 2001.
Reprinted with permission of SA Literature.
“Tenemos la solución, No decimos que es para todos, pero para nosotros funciona. Si te identificas con nosotros y piensas que compartes nuestro problema, nos gustaría compartir nuestra solución contigo. (Sexólicos Anónimos, p,2)